Las puertas o frentes son los responsables de darle personalidad a tu cocina. No es lo mismo amueblar una cocina para un apartamento que piensas alquilar, que para tu propio hogar. Igual que no tiene nada que ver la cocina de una casa de campo con la de un piso en la ciudad. Y, por encima de todo, está tu propio estilo.
Por esa razón, tanto el material del que estén hechas las puertas y frentes, como, por supuesto, los colores, son piezas fundamentales a la hora de diseñar este espacio.
En los próximos posts te ofrecemos una guía rápida y sencilla para que conozcas las ventajas e inconvenientes de los principales acabados y así puedas hacer la elección adecuada. Empezaremos por las puertas más asequibles: las laminadas o estratificadas.
Conocidas habitualmente por el nombre de ‘Formica’, la marca comercial que las popularizó, se trata de puertas fabricadas con un tablero de partículas de madera (aglomerado) recubierto por una lámina estratificada compuesta de capas de resina unidas a alta presión.
Las distinguirás porque siempre van canteadas, por dos o por los cuatro lados en PVC, un material mucho más resistente que los que se utilizaban antiguamente. No tengas miedo a que se despeguen como solía pasar antes, te lo garantizamos. También se pueden cantear en aluminio.
Cuando están canteadas sólo por dos lados (superior e inferior) se llaman ‘post formadas’, lo que significa que la propia lámina de color que cubre el resto de la puerta, bordea el canto dándole una forma redondeada (con mayor o menor radio).
Otra característica propia de las puertas laminadas es que siempre son lisas, ya que el tablero de aglomerado no permite tallar relieves ni molduras.
Aunque se trate del acabado más económico, eso no significa que sea de peor calidad que otros más caros como el PVC, la laca o la madera. Muy al contrario, se trata de un material muy resistente a golpes y fácil de limpiar que podrás encontrar en una gran variedad de colores tanto en mate como en brillo.